
El primer partido de la “U” que vi en mi vida fue en esa tribuna de oriente. Era pequeño y fui con mi hermano mayor. Recuerdo que fue un triunfo de la “U” sobre el Municipal. Ahí comenzó mi historia de triunfos, alegrías y claro, de algunos sin sabores que fueron menos. De ahí nació el romance con esa tribuna, tribuna que no he abandonado hasta el día de hoy. Desde aquel lejano partido, he ido no solo con mi hermano sino también con mis amigos de toda la vida a infinidad de encuentros.
Como no recordar el clásico “¡Y Dale “U”!” con aquellas maderitas y luego con la palma de las manos en su reemplazo.

Como no recordar los partidos coperos, las vueltas olímpicas abrazándonos con los del costado, quizá desconocidos de la vida pero llevando el mismo sentimiento, unidos por una letra, una hermosa vocal.
Como no recordar el aprender domingo a domingo todas las canciones tribuneras. En ese entonces, la barra de la “U” fue la pionera en los cánticos, de ahí los demás equipos se copiaron el ¡Vamos merengues…!, ¡Esa es la “U”, el mejor de los equipos…!, que me emocionaba al cantarla y claro, la clásica polka al final de cada partido.

Seguiré sufriendo, seguiré llorando, pero nada me alejara de ella, de la “U”, ni de aquella Tribuna Oriente.
Gracias Tribuna Oriente por haberme cobijado. Gracias por permitir que sea uno de tus huéspedes privilegiados. Gracias por ver lo que vi desde tus gradas.
¡Y DALE “U”!, ¡Y DALE “U”!, ¡Y DALE “U”!...
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